Estar en un concierto de The Doors y específicamente en la
rola de Roadhouse Blues, hueles el tabajo (tabaco y sobaco: sobajeado), la
“yerba”, el sudor y de repente Jim Morrison, brinca en el escenario y cae a tu
lado, el sudor de su pelo te salpica, un sueño para el cielo.
Estar en el último estertor, a un paso de abandonar el nivel
de esto que conocemos como vida y escuchar “The end”, en voz de Jim Morrison, y
ahora sí entender completo lo que dice.
Hablando de la transición vida-muerte, qué tal visualizar la
lucha de Johnny Depp con el gigantesco pulpo en “Piratas del Caribe” y escuchar
de fondo a Tiësto’s con “He’s a pirate”, mientras eres babeado y deglutido por
el monstruo del mar, tu nave se va a pique… pero renacerás, volverás renovado.
Y qué tal unos besos de ceniza donde aún arde la hoguera, no
lo he experimentado, pero algunos de seguro ya, y ha de ser lo mejor, ¿no?
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