lunes, 8 de octubre de 2012

En defensa del arroz con leche



Enviado vía e-mail por Eréndira.


Se ha puesto muy de moda una peculiar cadena estadounidense de restaurantes llamados Rice to Riches, cuya especialidad es el arroz con leche (rice pudding), con una gran cantidad de acompañamientos (helado, frutas, cereales...). Una deliciosa variedad de "toppings"  para elegir según el gusto y el antojo.




No obstante, se publicitan como un lugar "antidietético" y sus paredes están llenas de letreros que hacen referencia a lo "pecaminoso" y "poco sano" de comer arroz con leche, con frases como "Come todo el que quieras, al fin que ya estás gordo" o "No se admiten flacas". La verdad es que se trata de un sitio que refleja como ningún otro una característica muy marcada de la cultura culinaria norteamericana moderna: el miedo irracional a los carbohidratos. 


Nosotros, como hispanos, tenemos una idea muy diferente: poner a cocer el arroz y agregar canela, un poco de azúcar y leche es un acto tan natural, feliz, noble, nutritivo y exento de culpa como el que más. Nunca se nos ocurriría pensar que está prohibido o que es algo que sólo come la gente gorda. ¿Significa eso que estamos mal? ¿Estamos atrasados en novedades?



¿Somos unos retrógradas por ceñirnos a la receta original de esta antigua delicia y por confiar en sus beneficios? ¿Tenemos que dejar de comerlo por qué la fiebre de la delgadez obsesiva disfrazada de buena salud extiende sus tentáculos cada vez más? 



A este paso, al rato no podremos tomar ni una limonada. No vaya a ser que la vitamina C engorde. Y qué decir de las frutas, con toda esa fibra: muy pronto van a estar prohibidas en la dieta occidental. Por lo pronto, ya abundan los detractores de la leche, la avena, el trigo, el maíz, los frijoles, el chile, el chocolate, las nueces...



La verdad sobre los carbohidratos

(The Reader's Digest)

Los carbohidratos han sido tan denostados los últimos años que es un milagro que nadie haya hecho una película de terror sobre ellos: se oye música tenebrosa mientras la cámara enfoca una cesta de humeante pan de ajo, a la vista de la cual una chica universitaria, bonita y con ropa ligera, sale gritando de la habitación... 


Pero lo que talvez no hayas escuchado en todas esas conversaciones sobre los carbohidratos es que si los eliminas corres el riesgo de privar a tu cerebro de combustible, de enfermar del corazón, de tener mal aliento y de ponerte de muy mal humor. ¿Qué tal?




El carbohidrato es uno de los tres "macronutrientes" que el organismo humano necesita en cantidades relativamente grandes (los otros dos son la proteína y la grasa; las cosas que el organismo necesita en cantidades muy pequeñas -vitaminas y minerales - se llaman micro-nutrientes). 

Los carbohidratos se encuentran en una gran variedad de alimentos, incluida la fruta, las verduras, el pan, las legumbres, la leche, las palomitas de maíz, la pasta y las papas. Cuando comemos carbohidratos, las enzimas del organismo trabajan descomponiendo la comida a su paso por la boca, el tracto digestivo y el intestino delgado, y producen glucosa, que el torrente sanguíneo después puede absorber. 



Aunque la proteína y la grasa también nos proveen de combustible, los carbohidratos son la fuente de energía que prefiere la mayor parte de nuestros órganos y músculos, incluido el corazón, y la única fuente de energía que puede usar el cerebro. De hecho, el cerebro quema un impresionante 30 por ciento de la ingesta diaria de carbohidratos. 
Consumir suficientes carbohidratos permite al organismo asignar la proteína que comes a otras tareas vitales, como la formación de tejidos, de hormonas y de anticuerpos. Si no se consumen suficientes carbohidratos, el cuerpo convierte la proteína en glucosa. Por esta razón, los nutricionistas llaman a los carbohidratos "alimentos que preservan las proteínas". 



Un estudio publicado en el “British Medical Journal” refiere que, a la larga, las dietas que hacen hincapié en la reducción de carbohidratos no sólo no son más eficaces que los regímenes más equilibrados, sino que pueden provocar trastornos de la salud. Muchas dietas de pocos carbohidratos permiten una gran ingesta de grasas.
Restringir excesivamente los carbohidratos puede causar dificultades a las personas con diabetes. La cantidad necesaria de carbohidratos depende de la medicación, la actividad, la edad y el peso, pero la mayoría de los dietistas recomienda entre 4 y 60 gramos por comida. Comer muy pocos carbohidratos cuando se usa insulina o ciertas medicinas para la diabetes tipo 2 puede bajar demasiado la concentración de glucosa en la sangre y causar problemas. 


Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre


Parece ser que el truco no es eliminar los carbohidratos, sino escoger los adecuados y comerlos en las proporciones correctas en comparación con el resto de los alimentos que elegimos. Las dietas demasiado ricas en carbohidratos se han asociado con un riesgo mayor de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes. Evita este desequilibrio eligiendo carbohidratos de IG (índice glusémico) bajo, que liberarán la energía de la comida lentamente y te mantendrán saciado durante más tiempo: frutas, verduras, cereales, legumbres, leche y pasta. La reglad de oro: los carbohidratos se llevan muy mal con el azúcar en exceso y muy bien con los vegetales.


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