martes, 6 de marzo de 2012

¿Para qué sirve el Premio Nobel? Sirve para dar un rostro a los autores. Para que desde Tanzania hasta Perú la gente sepa que existen. Para que de Madagascar a Valparaíso resuenen sus nombres como un eco que ya nunca puede apagarse. Y quizás, algún día perdido en el tiempo, alguien en Costa de Marfil o en Palermo pueda por fin leerlos.

WISLAWA SZYMBORSKA, SONRISA Y AGONÍA
JAVIER RODRÍGUEZ

Los que se preguntan para qué sirve el Premio Nobel encontraron una respuesta en octubre de 1996. Ese año el secretario de la Academia Sueca nombró a una poeta polaca cuyo apellido todavía estamos aprendiendo a pronunciar. Wislawa Szymborska, conocida como "la Mozart de la poesía", falleció el 1 de febrero de 2012 a los 88 años de edad en su casa de Cracovia. Los que suelen dudar del olfato de los académicos de Estocolmo tuvieron que darles la razón cuando leyeron a una autora cuya poesía está hecha de una mezcla de emoción e ironía, metafísica y cotidianidad (...)

Wislawa Szymborska, un verdadero mito en Polonia, nació el 2 de julio de 1923 en Bnin (Kórnik), cerca de Poznan, pero la mayor parte de su vida transcurrió en Cracovia. Allí pasó sus últimos años, recluida en un piso sin lujo alguno y con aires de vivienda de protección oficial pero en el que nunca faltaban ni los bombones ni el brandy. En él recibía a sus amigos, a sus traductores y a periodistas a los que preguntaba ella para evitar tener que ponerse demasiado seria.

“El poeta de hoy es escéptico e incluso desconfiado”, dijo en su discurso de recepción del galardón, uno de los más breves e irónicos que se recuerdan. “Cuando escribo siempre tengo la sensación de que alguien está detrás de mí haciendo muecas. Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabra”, afirmó también una escritora cuyos versos están llenos de paréntesis que contradicen, retocan y matizan cada una de los términos que va anotando.

El resultado es una obra memorable que cabe entera en un tomo de 300 páginas. Cualquier lector la puede encontrar cumplidamente traducida al español -sobre todo por Abel Murcia y Gerardo Beltrán- en las editoriales Igitur, Hiperión, Alfabia, Bartleby, Fondo de Cultura Económica y Lumen.

Wislawa Szymborska, un verdadero mito en Polonia, nació el 2 de julio de 1923 en Bnin (Kórnik), cerca de Poznan, pero la mayor parte de su vida transcurrió en Cracovia. Allí pasó sus últimos años, recluida en un piso sin lujo alguno y con aires de vivienda de protección oficial pero en el que nunca faltaban ni los bombones ni el brandy. En él recibía a sus amigos, a sus traductores y a periodistas a los que preguntaba ella para evitar tener que ponerse demasiado seria.

En los últimos años, además, autorizó la traducción de las agudas y desternillantes notas de lecturas que publicó durante 30 años en la prensa polaca y en las que un día hablaba del Mío Cid y otro de un libro sobre jardinería. Ella, que siempre dudaba de todo y cuya expresión favorita era “no sé”, nunca las consideró “prosa seria”. Y eso que respondían a un viejo aviso suyo: "Sólo las preguntas un poco ingenuas son verdaderamente profundas".

La poesía de Wislawa Szymborska es reflexiva, sin engolamiento ni altisonancia, de forma ligera y fondo grave, directa al sentimiento pero sin chantaje emocional.

 

POSIBILIDADES

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas
del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

No hay comentarios: