lunes, 30 de enero de 2012

0020 EL FLACO

CARLOS CRUZ LARA, EL TIEMPO DE SU VIDA
Enna Krite


En agosto del año 2000 cuando estaba en el preuniversitario de la Unach, realizamos unos ejercicios a manera de biografías de personajes que han trascendido en diversas disciplinas; hoy ocupo este texto para mi querido tío Carlos que a pesar de los años transcurridos desde su partida, su recuerdo vive en mi memoria. La semblanza está enfocada a su labor artística.


Carlos Cruz Lara incursionó en el teatro a los catorce años de edad con el grupo de teatro del Icach que dirigía el reconocido maestro Luis Alaminos, participó en las obra: “Sueño de una noche de verano” de William Shakespeare, “A la diestra de Dios padre” de Enrique Buenaventura, “Los cuervos están de luto” de Sergio Magaña; todas estas obras fueron presentadas en el Paraninfo del Icach.


Posteriormente, se trasladó a la Ciudad de México para actuar en programas de televisión en circuito cerrado en el Instituto Mexicano de Publicidad. En el grupo de teatro del mismo Instituto interpretó a un vagabundo en “El siglo tiene cáncer”, representación teatral de carácter surrealista.



Tiempo después regresó a su ciudad natal, Tuxtla Gutiérrez para ser de los actores fundadores del grupo La Colmena que dirigía Socorro Cancino, presentando la obra “Te juro Juana que tengo ganas” de Emilio Carballido, con esta obra hicieron giras a los festivales de la frontera norte y sur de la República Mexicana.
De forma independiente personificó al capitán en “Pedro y el capitán” de Mario Benedetti, bajo la dirección de Eduardo Marcial y por la misma fecha, llevó a escena la pieza teatral “Hoy estreno” de Tomás Urtusástegui, bajo la misma dirección, haciendo giras a estados del sureste.


Más adelante, fue invitado por Lola Montoya para incorporarse al grupo de teatro del Isstech, es ahí donde dio vida al legendario Conde Drácula en la obra “Bienvenido Conde Drácula” de Montoya. Carlos fue uno de los iniciadores del grupo Calmécac en donde siguió representando al personaje ya mencionado, en un periodo de catorce años (al año 2000).


Dentro de este grupo hizo la pastorela “Pastores de la ciudad” de Carballido, la obra infantil “Caperucita Roja 2000” (donde tuve oportunidad de compartir el escenario con él, siendo ésta mi primera obra, no tenía ningún diálogo y mi punto de apoyo era una zanahoria para dar mayor credibilidad al papel de coneja que representaba), “Las cosas simples” (obtuve un protagónico en esta obra que fue mi debut y despedida, mi desastrosa actuación sirvió para más tarde quedar como utilera en las obras, labor que ejercí con mucho gusto en varias representaciones), “Don Camilo” de Giovanni Guareschi; obras con las que efectuó giras por diversas localidades del estado de Chiapas.



En el año de 1991, emigró a la ciudad de Gotemburgo, Suecia, llevando bajo el brazo un proyecto de teatro infantil, obtuvo buenos resultados, al concluir el proyecto, se trasladó a Viena, Austria, para tomar un curso de expresión corporal con el maestro Piplinz.


Ya de regreso en Tuxtla Gutiérrez, es invitado nuevamente por Socorro Cancino y Lola Montoya para participar en las puestas en escena de “Te juro Juana que tengo ganas” y “Bienvenido Conde Drácula”.


Con la inquietud de seguir haciendo teatro, fundó el grupo Odeón, del que es director actualmente (al año 2000), realizando sus primeras obras e incursionando como dramaturgo con las piezas teatrales “La circunstancia”, que más tarde se llamó “Sólo pa’chiapanecas”, y “Cena de brujas”, habiendo obtenido un importante éxito artístico. Actualmente (al año 2000) está llevando a cabo esporádicamente, las representaciones de “Cena de brujas” en el Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa.


Hace doce años, Carlos trabajó como locutor de radio y tenía la expectativa de realizar una adaptación de la novela Drácula de Bram Stoker para radio novela, había proyectado 180 capítulos, lamentablemente nunca se llevó a cabo este proyecto.
La entrevista con Carlos, la concluí el 25 de agosto de 2000, ese día lo acompañé a una imprenta para solicitar los volantes y boletos para las funciones de “Cena de brujas”, que se presentaron en octubre del año al que me remito, en el Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa. Después fuimos a solicitar dos mantas rotuladas para la misma obra.


Nos trasladamos a su casa en Terán, a donde fueron llegando sus actores y actrices para enfrascarnos en amena charla sobre las representaciones teatrales que estaban en cartelera en Nueva York como “Cats” y “El fantasma de la ópera”, dirigidas por Andrew Lloyd Webber. Para concluir la velada, Carlos preparó un delicioso “sachertorte”, pastel típico de Austria.


Siete años después de este texto, Carlos partió a un viaje que como él decía, “es el mejor, porque no llevas maletas”. El 22 de octubre de 2007, el Sr. López le dedicó su columna “La Feria” en el Cuarto Poder:


CARLOS CRUZ LARA

Viernes 19 de octubre del año 2007; 17:00 horas: Carlos Cruz Lara, El Flaco Lara, tuxtleco y del mundo, agotó localidades en el escenario donde sólo se presentan los buenos, allá donde van los que hicieron el bien.


Falleció con la paz de los que sembraron en vida sólo cariño, afectos limpios, sonrisas sinceras. Pasará algún tiempo para que los nacidos aquí, los que lo sabían parte normal del día a día, asimilen su partida.
Perdonen ustedes que hoy la ausencia de Espino en Los Pinos, de Calderón en la boda de Yúnez, de Fox, en el andadero territorio de la prudencia, del Peje de la vereda de la honestidad política, no le parezcan importantes a este junta palabras.

El cielo lloró manso la noche del viernes, mientras se iba abarrotando de flores, familia y amigos, la capilla donde el catafalco presidía, guardando el cuerpo ya quieto, de quien en ese momento recibía una ovación en el cielo. Sus queridos compañeros de teatro, cubrieron el ataúd con la capa del tuxtlequísimo e inolvidable personaje con que hizo reír a tantos, caracterizando un personaje que sólo puede concebirse en esta tierra, el Drácula de la Montoya.


Contemplar tan sinceras muestras de pesar de los muchísimos que quisieron estar a su lado en ese último momento, obligaba a reflexionar en que ahí no fue nadie que no haya ido solamente por cariño a Carlos y su familia.


El Flaco partió con un enorme exceso de equipaje: el abultadísimo capital de afectos que acumuló a lo largo de su vida que se antoja breve, pero fue completa; a diferencia de los que se empeñan en acumular cosas que aquí se quedan y amigos de ocasión, por interés.


Personajes de esta talla, créanmelo, sólo Chiapas los da. A ustedes, que siendo de aquí les puede dar pudor afirmarlo, se los asegura uno que desde que llegó se ha sentido en su casa y con su gente, desde el primer día. Pródiga esta tierra.
Su madre, sus hermanos, cuñadas, toda su familia, con el alma partida. Sus incontables amigos, también. Y su primera misa del novenario, por coincidencia feliz, fue una boda, que Carlos Cruz Lara no merecía trapos morados ni cantos fúnebres, sino alegría y aplausos. Así fue.


Observar tanto cariño por alguien, obligó a este aplasta teclas, a reflexionar en estatuas auto erigidas, por interpósita persona, que caen por tierra entre gritos de júbilo, para luego ver a la gente brincar sobre ellas, manifestando repudio y hasta odio; en bodas de hijos de políticos en el World Trade Center de Veracruz -tres salones retacados de invitados que acudieron al llamado del propio interés-, rodeados de guardaespaldas armados. Cuánta vanidad, cuánta estéril baratija. Cuánto desperdicio de esfuerzos, cuando está a la mano de todos lo único que importa: procurar el bien a los demás.


De otras partes del país y del extranjero, llegaron voces de sorpresa y pesar, por la noticia: un agresivo cáncer lo minaba. Su casa fue portal de una constante romería de familiares, todos esperando contra toda esperanza, una cura que la ciencia promete pero aún no alcanza y que a fin de cuentas, no hubiera contravenido la firme decisión superior de que Carlos, cambiara de escenario de manera definitiva. Qué buenas carcajadas se han de estar escuchando allá, con toda la tuxtlecada alborotada. Lástima por nosotros.


Así, mientras nuestros pro-hombres, se afanan en sus juegos de poder, en su deseo vano de corromper el presente para mangonear el futuro, perdidos en la barahúnda de sus propias voces, extraviada la brújula de la recta intención… otros muchos, sin ruido ni parafernalia, van discretamente por la vida, sin llamar la atención, cuidando de los suyos y cumpliendo sus deberes, sin creerse héroes ni santos, siendo simplemente buenas personas.


Por algo no se ha ido todo al carajo, son más los rectos que los torcidos, aunque Cervantes dijera que Dios está con los malos cuando son más que los buenos, y que por eso habían llegado los moros y los molieron a palos, como ahora nos muelen a gasolinazos, discursos pronunciados, sin la menor intención de cumplir, incrementos de precios que dicen no existen, y reformas fiscales que más agotan a los de siempre, protegiendo a los de siempre. Y, así seguirán hasta que se les eche encima la realidad, siempre tan necia.


Contemplando el ataúd más absurdos veía los empeños vanidosos de los supuestos poderosos; más sin sentido su voracidad y sus torpezas. Lo que realmente vale la pena estaba ahí y a raudales: cariño y respeto, agradecimiento y sonrisas inevitables al recordar alguna de tantas anécdotas de tan querida persona. A fin de cuentas, lo que verdaderamente importa no se mide ni se pesa.

Con una buena porción del estado en emergencia por las lluvias, cuyo daño encona una reconstrucción que espera ya dos años, con tanta gente sufriendo males que se les debieron evitar, caminando de regreso por el sendero del cementerio, era más brava la pregunta: ¿para qué?... ¿para qué les va a servir lo mal habido a los malhechores?... para nada. Necios.


Ahora, a volver a lo cotidiano, agradeciéndole a la vida haber conocido a una persona así, que eso sí importa.


Gracias y hasta siempre, Carlos Cruz Lara.

No hay comentarios: