viernes, 27 de abril de 2012

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TRES TIPOS DE VIDA
Desazkundea


Se dice que sin crecimiento no es posible salir de la crisis. Muchos, sin embargo, creemos que el crecimiento incontrolado es negativo; que es despiadado, voraz. Pensamos que no es viable por algo tan sencillo como que no se pueden consumir más recursos que los que el propio planeta puede producir. Es más: creemos que es la propia mentalidad acumulativa la que nos ha llevado a esta situación crítica. Que la avaricia rompió el saco, y que si no cambiamos de modelo volverá a pasar.

La versión oficial nos ofrece una solución que cada vez más gente ve como parte del problema. Se da por hecho que para salir del bache la sociedad debe adaptarse a esa perspectiva de la economía. ¿Por qué no se adapta la economía a las necesidades reales de la sociedad?


La eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado. ¿Disponen los mercados de las personas? ¿Somos lo suficientemente eficientes? La vida es otra cosa.

En los países ricos, que ya han alcanzado ese nivel de crecimiento necesario para tener una buena calidad de vida, hay cada vez más desencanto. Se está haciendo patente que el bienestar no se consigue acumulando y creciendo. Hay que consumir menos para vivir mejor.

¿Queremos salir de la crisis? Sí, pero de verdad, no sólo a corto plazo. No queremos pan para hoy y hambre para mañana.

¿Queremos ser más felices? Simplifiquemos. Eduquemos para ser persona, no para ser asalariado.

No queremos que todo sea vivir para ganar y ganar para consumir. Pensamos que es posible hacer las cosas de otra manera. Los países pobres también nos lo agradecerán. Si no hay recursos para mantener el ritmo actual, y queremos seguir creciendo, ya sabemos a costa de quiénes será. Hay que cambiar. Por nuestro planeta, por nosotros y por los demás.

Cada vez más personas apoyan este enfoque. También economistas, que realizan una apuesta arriesgada anteponiendo la ética y la solidaridad a una economía “políticamente correcta” para difundir la inquietud por el decrecimiento. Estas voces rompen viejos tabúes. Dicen lo que otros no se han atrevido a decir hasta el momento: que nos han estado vendiendo como verdades lo que en realidad son puntos de vista o intereses particulares. Y que la sociedad lo ha asumido sin rechistar.

La labor de estos economistas como divulgadores es fundamental, pero los no iniciados también debemos informarnos y opinar. Se trata de algo que forma parte de nuestras vidas. Vivimos sometidos a falsas necesidades y tenemos que cambiar de rumbo para crecer, pero en lo humano y lo personal.

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