martes, 3 de julio de 2012

El libro que no puede esperar

Y si un día desaparecieran las letras de todos los libros, periódicos, revistas, carteles, diminutos trozos de papel impreso sobre los cuales navegan nuestros ojos cada día. Y si un día, aún videntes, no podemos jamás volver a leer. Imaginen el terror que desatarían esas millones de páginas blancas, esos papeles mudos para siempre.
En Argentina, la librería y editorial Eterna Cadencia ha conjurado esa pesadilla. Para ello se confabularon con la agencia publicitaria DraftFCB y juntos crearon "el libro que no puede esperar", una edición cuyo contenido se borra apenas dos meses después de abierto el volumen.
La trama nació en una Feria del Libro en Santiago de Chile, cuando un panel de escritores latinoamericanos lanzó una pregunta: "¿Por qué no nos leemos?" Los autores del continente se inquietaban por el desconocimiento de las jóvenes generaciones de narradores fuera de sus países de nacimiento. América Latina, aunque conecta geográficamente a millones de lectores con una lengua común, parecía a su juicio un archipiélago de islas literarias aisladas.
Entonces a DraftFCB se le ocurrió la idea de crear un libro que obligara a una lectura urgente, ineludible, a riesgo de que el texto se desvaneciera. Eterna Cadencia propuso "El futuro no es nuestro", una antología de joven narrativa latinoamericana editada en 2009. En la impresión se utilizó una tinta especial, que permanecía visible solo dos meses después de abierto el embalaje plástico sellado.
"Pensamos que es una manera mágica y poética de contar un problema real. Quisimos hacer un libro que fuera un mensaje en sí mismo. Que nos incentivara a leer a estos autores antes de que sus relatos desaparezcan de verdad, ahí delante de nuestros ojos", contó Javier Campopiano, Director General Creativo Regional de DraftFCB, al blog de Eterna Cadencia.
Y como las letras de ese volumen provocador, la huella de los nuevos escritores latinoamericanos desaparecería si sus primeras obras no se leen, si se pierden en las librerías ante la indiferencia de los lectores escépticos porque desconocen su talento.
El "libro que no puede esperar" nos recuerda que, a pesar de su declinante popularidad como medio de entretenimiento e instrucción, la literatura sobrevive y genera millones de páginas cada año. Páginas que relatan la existencia humana, la herencia de una civilización cuyos fatales olvidos quizás ningún ser comprenderá en los inciertos siglos venideros.

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