CUANDO SE ACERCA LA MUERTE, ¿DE QUÉ
NOS ARREPENTIMOS?
Una vez que estemos en el lecho de muerte, serán muchas
las cosas que nos pasarán por la cabeza. Es imposible hacerse a la idea de lo
que es afrontar una muerte inminente, y suele ser algo que la gran mayoría
evita afrontar hasta que se convierte en algo inevitable. Unos prefieren pensar
que después de todo existirá un dios, la reencarnación o algo más allá de esa
línea. Otros simplemente darán por sentado que la muerte es afrontar el fin.
Pero más allá de estas discrepancias, todo el mundo en el
lecho de muerte comparte algo: el poder mirar toda la vida en perspectiva. Esto
es lo que lleva a que prácticamente todas las personas se arrepientan de algo,
o simplemente piensan que les hubiera gustado haber hecho determinadas cosas de
otra forma. Pero, ¿de qué se arrepienten?
I: Bronnie Ware
Bronnie Ware es una cantautora austrialiana, que con su
formación como enfermera se dedicó a los cuidados paliativos de enfermos
terminales durante sus últimas semanas de vida. Gracias a ello aprendió mucho
de esos momentos antes de la muerte, y se percató de cómo cada persona
afrontaba los momentos de forma totalmente distinta, aunque, según Bronnie, la
totalidad de los pacientes que trató en ese tiempo terminó aceptando su
situación.
De toda su experiencia, Bronnie recopiló las cinco cosas
de las que los enfermos más se arrepentían, o desearían haber hecho de otro
modo, cuando llegaba su fin. Por supuesto que los matices son tantos como
personas, pero esta pequeña lista da mucho que pensar sobre cómo se suele vivir
la vida, algunas veces a contracorriente de lo que hubieras deseado.
1. Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida
sincera conmigo mismo, y no la vida que otros esperaban de mí
Este arrepentimiento fue el más común de todos. Cuando
llega el momento de mirar atrás, la gran mayoría de personas se percata de cómo
muchos sueños se perdieron por intentar hacer lo que otros esperaban de ti, en
vez de lo que tu mismo deseabas en aquel momento.
Posiblemente nadie está dispuesto a afrontar las
consecuencias de vivir una vida egoísta en la que tú mismo seas el único fin,
pero no hay que dejar todo aquello que deseamos de lado porque no esté acorde
con lo que otros piensan.
2. Desearía no haber trabajado tan duro
Este arrepentimiento lo compartieron todos los pacientes
masculinos de Bronnie. Hace décadas, el trabajo era algo sólo de hombres, y
muchos de ellos sacrificaron la compañía de sus parejas y el ver crecer a sus
hijos por conseguir el dinero suficiente para que vivieran mejor y más
dignamente de lo que había sido su infancia.
Mirando en perspectiva, hay que intentar encontrar el
equilibrio entre el dinero necesario para vivir, y el vivir la vida en sí. Como
dice el dicho, de nada sirve trabajar y romperse el lomo para terminar siendo
el más rico del cementerio. La idea debe ser trabajar para vivir, y no vivir
para trabajar.
3. Desearía haber tenido el coraje necesario para
expresar mis sentimientos
Son muchos los que ocultan sus verdaderos sentimientos
para evitar confrontaciones. Si bien es cierto que puede que la vida sea más
sencilla, el fingir un comportamiento que no compartimos nos puede llevar a las
depresiones que presentaba gran parte de las personas que se arrepentían de
esto en concreto.
No se puede estar de acuerdo con todo el mundo, y eso es
una realidad. Cada vez que expreses una opinión, habrá quién esté de acuerdo y
quien no, pero no por ello tenemos que callarnos. Las confrontaciones no
siempre son malas, y muchas discusiones terminan en grandes amistades. Mientras
no se pierda el respeto, todo es posible.
4. Desearía haber mantenido el contacto con mis amigos
Las personas y amigos con los que uno se cruza a lo largo
de la vida son muchos. Y es cierto que no se puede mantener la relación que
desearías con todo el mundo, pero muchas veces por dejadez o por ser
incompatible con una vida frenética se quedan atrapadas en el olvido amistades
que fueron auténticas joyas.
Cuando llega el fin, las barreras que te llevaron a
perder poco a poco una amistad parecen tan fácilmente salvables, que parece
imposible no arrepentirse de haber perdido las realmente valiosas.
5. Desearía haberme permitido ser más feliz
Un arrepentimiento sorprendentemente común, y en cierto
modo ligado a los antiguos estilos de vida. Cuando la religión tenía un gran
poder en la sociedad (no digo que ahora no lo tenga, sino que antes tenía más),
la felicidad parecía estar prohibida. Si lo pensamos, todas las religiones
abrahámicas hablan de un sacrificio necesario en vida, para ser dignos de la
vida eterna.
Ahora, parece impensable ser infelices de forma
voluntaria, pero aún es grande la herencia de esas religiones presente en la
cultura. Sin ir más lejos, ¿cuánta gente ha preferido quedarse en casa a
guardar luto, cuando llorar no podía arreglar nada ya? Bertrand Rusell escribió
un gran libro sobre esto: La Conquista de la Felicidad.
Nota: todo esto es una lista elaborada de forma
totalmente personal por Bronnie Ware, en la que he intercalado reflexiones
personales en cada uno de los puntos. La lista no tiene ningún carácter
científico, pero he querido mostrarla porque creo que es algo sobre lo que se
puede reflexionar largo y tendido.
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